“Un negocio es como un juego. Se compite para ganar”
Cuando una empresa
pasa por situaciones difíciles, ha de buscar siempre la forma de afrontarlas.
No conviene pararse, agachar la cabeza y esperar a que la tormenta amaine, al
contrario, es necesario tomar medidas que eviten que se deje de crecer, ya que
de no hacerlo, se entrará en una fase de desgaste y de resultados negativos que
llevarán al estancamiento primero y a la desaparición después.
Y es que los
negocios no dejan de ser parte de un juego con muchos y muy diversos intereses.
Un juego en el que participan distintos jugadores, con distintas tácticas. Una
competición en la que unos atacan y otros defienden y en la que un contrincante
merma porque pierde efectivos y otro crece porque los gana.
A medida que pasa
el tiempo, aumentan las partidas y el juego se alarga. Entran más equipos y la
competición crece y se prolonga. Entonces se ve la necesidad de estudiar nuevos
planteamientos, de crear alianzas y hacer pactos que ayuden a mejorar para
seguir vivo y permanecer inmerso en la lucha.
Por eso quien tiene
o quien lleva un negocio, sabe que si quiere seguir en el mercado, ha de
apostar siempre por el crecimiento. Para ello ha de buscar continuamente nuevas
vías que le supongan generar fuentes de ingresos.
Ello implica saber
adaptarse a escenarios cambiantes, ser capaz de asumir riesgos, diversificar,
implementar nuevas tecnologías, usar diferentes estrategias, planificar a
corto, pero también a medio y largo plazo, gestionar, medir y controlar para
poder tomar medidas adecuadas en los momentos necesarios, etc.
Es obvio que todos
trabajamos para ganar y que los resultados no siempre son los deseados, pero es
cierto que son muchas las veces en que estos resultados no son sólo debidos a
una situación coyuntural como puede ser la crisis, sino a no haber sido capaces
de aplicar una correcta gestión empresarial que permita seguir creciendo.
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