ERROR. LA OPORTUNIDAD DE MEJORAR Y CRECER


“Equivocarse es de humanos,  rectificar es de sabios y aprender de los errores es de buenos profesionales” 

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Voy a empezar a escribir recordando esa frase que todos hemos dicho y oído tantas veces y que dice que: “Equivocarse es de humanos y rectificar es de sabios”.

Es una frase a la que recurrimos, porque sabemos que es natural cometer errores tanto en lo personal como en lo profesional y porque consciente o inconscientemente, sabemos que  el camino de la vida es como las etapas de la escuela, que nos permiten aprender y avanzar continuamente a base de tropezones y caídas, que son como lecciones mal aprendidas que requieren de un esfuerzo extra para superar las pruebas con éxito.

Con ese razonamiento y centrándome en el ámbito laboral y profesional, es evidente y máxime en un escenario tan globalizado y tan cambiante como en el que nos encontramos, que por muy bueno que se sea, nadie se libra de cometer fallos. Es algo totalmente normal.

Incurrir en esos errores no ha de implicar miedo ni se ha de ver como fracaso, al contrario, quien los cometa, ha de ser capaz de aprovecharlos para aprender,  para aportar soluciones y por supuesto, para mejorar, es decir, ha de pensar y poner en marcha las estrategias y acciones adecuadas que le permitan hacer de la equivocación una oportunidad.

En el camino para convertir esa oportunidad en una realidad, obviamente encontrará problemas y dificultades que deberá aprender a gestionar y ante las que habrá de saber reaccionar para buscar soluciones, de tal forma que le ayude a ser mejor profesional y a que la empresa para la que preste sus servicios, obtenga mejores resultados.

Haciendo un ejercicio de memoria y un análisis reflexivo sobre este tema, he de decir que los errores más frecuentes que yo me he encontrado a lo largo de los años en la mayoría de las empresas son los técnicos y/o de conocimiento, los de comportamiento, los que se dan por decisiones erróneas, algunos relacionados con las prisas y la falta de observación y muchos porque los propios empleados en su afán de defender su puesto de trabajo, optan por el individualismo frente a la colaboración, lo que les lleva a no realizar correctamente su trabajo.

La experiencia también me dice que buscar culpables y tomar medidas drásticas contra ellos no es la solución. Lo que se ha de hacer es trabajar desde la propia Dirección, para que cada profesional vea los fallos y asuma su responsabilidad para intentar mejorar.

Así mismo, ha de ser la propia empresa, la  que genere confianza para que cuando ocurra, el trabajador acuda y lo comunique a quien corresponda y a quien  pueda dar una solución porque, saber gestionar el error supone poder corregirlo y aprender, de tal forma que no se vuelva a repetir.

Igualmente es necesario no esconder ni avergonzarse de los fallos, al contrario, se ha de fomentar el que cuando se den, se reconozcan para poder contemplarlos como la posibilidad que realmente suponen y de esta forma  transformarlos en grandes oportunidades de crecimiento.

Voy a dejar aquí mi análisis sobre este tema, sobre el que obviamente se podría hablar largo y tendido, pero para finalizar, quiero a volver a la frase que he utilizado al principio concluyendo esta reflexión compartida, con que si bien equivocarse es de humanos y rectificar de sabios, es de triunfadores y buenos profesionales, aprender de los errores.


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